jueves, 9 de mayo de 2013

Esa trivialidad llamada anécdota


Con tantos escritores pensando en la Literatura con mayúscula, el sencillo y poco pretencioso atributo de la anécdota ha caído en desuso. Así las novelas se llenan de metáforas rimbombantes y voces “narrativas” de lenguaje florido ensartan imágenes una tras otra que causan en los lectores la ansiedad de tener que parecer inteligentes incluso durante el íntimo y solitario acto de la lectura. A mi me parece un insulto como lectora que un autor menosprecie la anécdota, porque es de contar anécdotas que se originó el oficio y el arte de escribir. Eran narraciones de eventos que la tribu quería conocer. Me parece que las historias sin anécdotas son tan vacías como el sexo sin ganas.

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