miércoles, 24 de julio de 2013
Simone y mi ordinaria falta de tinieblas
Acabo de terminar de leerla y juro que no entiendo. No entiendo
bien qué criterios operaron para otorgarle el Premio de Novela Rómulo Gallegos a Simone de Eduardo Lalo, cuando entre las
finalistas estaban obras de altura. Me refiero a Arrecife de Juan
Villoro, que se refiere a la cultura de la muerte contemporánea; Formas de volver a casa de Alejandro
Zambra, que muestra los vacíos de la generación nacida en la época de Pinochet o
Los sordos de Rodrigo Rey Rosa que une
las angustias actuales con los conocimientos ancestrales. Quizá sea mi
ordinaria falta de tinieblas –como diría Neruda– pero no veo la trascendencia o
la novedad de la propuesta del autor. Esos serían los criterios por los que yo
premiaría una obra. Pero no estaba yo en el jurado. Así que el problema es mío
porque espero que la literatura –y especialmente la premiada en certámenes
internacionales– me diga algo. Qué ilusa, yo buscando lo que no se me ha perdido en las novelas.
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1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo, si una obra literaria (más un novela) no me dice nada, irremediablemente me coloca en una zona de asepsia insoportable. Me gusta la literatura que me salpica.
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