lunes, 31 de marzo de 2014

Paz en la vida

Hoy que se cumplen 100 años del nacimiento de Octavio Paz pienso en un “Ejercicio preparatorio” que está en su poemario Árbol adentro (1987). No es solo porque me recuerda a los “ejercicios narrativos” de José Balza que también designan como borradores en proceso a trabajos terminados, sino porque allí están los que considero sus frases más angustiadas.
Primero:
            Me confundo
con el aire que anda por el pasillo.
El aire sin cara, sin nombre”

Y luego:

            Me arrepiento:
no quiero muerte de fuera,
quiero morir sabiendo que muero.
(…)
“Sin nombre, sin cara:
la muerte que yo quiero
lleva mi nombre,
            tiene mi cara.
Es mi espejo y es mi sombra,
La voz sin sonido que dice mi nombre,
La oreja que escucha cuando callo,
La pared impalpable que me cierra el paso,
El piso que de pronto se abre,
Es mi creación y soy su criatura.”

Qué ironía pensar en la muerte cuando se conmemora un siglo que Paz se asomó a la vida. Pero ya se sabe que existir no es si no eso: un tiempo finito.


lunes, 24 de marzo de 2014

Variaciones sobre Serres

En Variaciones sobre el cuerpo Michel Serres se refiere a las maneras en las cuales el desarrollo científico y el intelecto –lo social y lo íntimo, digamos– imitan el cuerpo, “La inteligencia humana se distingue de lo artificial por el cuerpo, solamente por el cuerpo” (página 38), escribe el autor francés nacido en 1930 como abreboca al libro en el que explora, a partir de cuatro perspectivas, lo que llama “el envoltorio” de lo humano. En su primera figuración se refiere a las intersecciones entre el cuerpo animal y el humano, en la segunda al desarrollo de las capacidades físicas de los individuos y, en la tercera y cuarta explora la relación entre la mente y el cuerpo así como entre el cuerpo, la naturaleza y el mundo técnico. “Esos aparatos externalizados, en suma, producen una historia que yo llamo evolución exo-darwiniana, como si el propio darwinismo saliera poco a poco de nosotros , como si la evolución percolara entre esos objetos. En cuanto a la bestia, ella permanece en esa fortaleza cerrada, cuyos muros de bestialidad le impiden liberarse de sus montajes adquiridos o instintivos”, (111) Debo confesar que lo más claro del libro es “Una entrevista posible sobre las potencias del cuerpo” hecha por Roberto Leo Butinof, Adrián Cangi y Ariel Pannisi en 2009 que cierra el volumen de 136 páginas. Lástima que la introducción, firmada por el mismo Cangi fracasara en dar una buena aproximación a las razones por las que Serres se dedicara escribir este ensayo y apenas se limitara a resumir las ideas que el lector hallará en las páginas siguientes expresadas con mayor detenimiento.

jueves, 20 de marzo de 2014

La vida de Alice Munro

Heredera de lo mejor del contenido de las novelas de Virginia Woolf y del estilo llano y profundo de la narrativa de Antón Chéjov, la canadiense Alice Munro demuestra con La vida de las mujeres las numerosas dificultades que deben superar ellas para lograr su autonomía dentro de la sociedad. En su única novela publicada hasta la fecha, la joven Del Jordan relata su vida en Jubilee mientras se hace adulta y comprende que, en el entorno el cual vivía, madurar  significaba escoger entre la mediocridad de la vida con esposo e hijos –“Todo lo que las mujeres han tenido hasta ahora ha sido su relación con los hombres”, le advierte la madre en el capítulo que da nombre al libro– y una existencia como la de ellos, quienes “podían salir y vivir toda clase de experiencias, desechar lo que no querían y volver orgullosos”. Pronto Del se da cuenta que bajo el peso de las expectativas que la madre tenía con su vida –básicamente que fuera a la universidad y huyera del destino de amas de casa que le tocaba a las chicas del pueblo–, se encuentra la enseñanza central de la liberación de la mujer: la necesidad de amor propio. Pero la ganadora del Premio Nóbel de Literatura en 2013 construye un tropo adicional, uno donde revela su genialidad en la creación de personajes: con todo lo vanguardista para su entorno pueblerino que demostraba ser la madre, su visión de las mujeres era limitada a la condición de ser vulnerables y en eso no se diferenciaba de los habitantes de su comunidad. Es esa vulnerabilidad que Del convierte en su antagonista. Y, al final de la novela, cuando emerge como una mujer con amor propio, se ha convertido también en dueña de su destino.

domingo, 16 de marzo de 2014

Ordenar y escribir


Pienso que escribir es ordenar el caos. Separar, nombrar y organizar los sentimientos para luego construir un esquema que permita entenderlos, de la misma manera que hace un entomólogo a los mosquitos disecados con los que trabaja. El conocimiento y, por tanto, la escritura apenas se trata de transformar el desorden orgánico en una estructura inorgánica eficiente. Darles sentido en el ineludible arreglo que es el mundo. Sistematizar las aprehensiones íntimas con el objeto de hacer que los otros puedan entenderlas.
Todo para luego desordenarlo de nuevo, esta vez en nombre de la estética.