lunes, 2 de octubre de 2017

Maternidad, hija


Se agarró el vientre hinchado y miró hacia el suelo donde, a pesar del fango que lo oscurecía,
pudo reconocer el charco del líquido ocre. Se asustó porque nunca había entrado en labores de parto. En esa época, la mayoría de las mujeres casadas con la misma edad de mamá habían parido media decena de hijos, pero yo iba a ser su primogénita. Mamá se dobló sobre sí misma y respiró hondo. Algo estaba mal: yo no podía nacer en ese momento, porque papá y ella habían sacado las cuentas con Teresa y habían concluido que todavía faltaban más de dos semanas para mi nacimiento. Por eso papá se había marchado esa misma mañana a resolver un problema en una de las haciendas, con la promesa de que tardaría apenas lo necesario.
Pero el tiempo de los hombres es distinto al de las mujeres. Entonces nací yo, mujer. Inoportuna.

(Imagen: "A sweet expectation" Motherhood Series by KateHolloman)

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